Quijornabirding

Quijornabirding

jueves, 15 de marzo de 2018

Crónica de un 10 de Marzo.




    Tras una semana de intensas lluvias la mañana del sábado ha seguido lloviendo con fuerza. Poco después de comer, me asomo a la terraza al ver como, por un claro en el cielo, asoman una tímidos rayos de sol. Los campos encharcados llenan de reflejos el paisaje ya predominantemente verde.

     El cielo cubierto amenazaba con más lluvia y dudé si salir o no salir. Pero como no me preocupa demasiado la posibilidad de mojarme, me animé a dar un corto paseo hasta el Arroyo de los Morales que es, casi, casi mi backyard. Cojo los trastos de mirar y salgo rápido de casa, enfilo el Camino de Navalcarnero y al primer Colirrojo Tizón le falta tiempo para venir a saludarme. 

     El claro en el cielo hace tiempo que se cerró y un molesto viento frontal me invita a subir hasta arriba la cremallera de la chaqueta. Veo de reojo las amenazantes nubes, la cosa no pinta bien, pero me distraigo observando a una pareja de Milanos Reales que me sobrevuelan. Aún no he llegado al arroyo y descubro, volando a media altura, al primer Vencejo del año al que rápidamente pierdo de vista. 

     Ya en la arboleda del arroyo no hay ni un pájaro a la vista y sí un silencio inusual, el viento parece haber cesado,…se está fraguando la tormenta perfecta. El cauce está desbordado como hace tiempo no veía y no puedo vadearlo sin mojarme los calcetines por lo que decido cambiar mi recorrido habitual y me dirijo hacia la urbanización a ver qué se mueve por los huertos. Comienza a chispear.





    Avanzo hacia el oeste por el Cordel de Los Morales y dos Jilgueros se levantan a mi paso posándose en un arbusto. Un alborotado Mirlo se acerca volando entre los árboles directo hacia mi cabeza, al verme hace un quiebro en el aire y se refugia en las zarzas, en las que no había visto a un pequeño bando de Gorriones Morunos. Los machos muestran ya el plumaje nupcial en todo su esplendor. Mientras observo el bando escucho a mi izquierda el reclamo de una Curruca Cabecinegra que no alcanzo a ver pero que enseguida se levanta del suelo. Un poco más lejos el macho de la Tarabilla Común también luce sus mejores galas.

     Entro en la Urbanización, no se ve un alma como de costumbre y comienza a llover, pero no lo suficiente para que un aguerrido pajarero renuncie a su paseo. Cubro mi cabeza con un sombrero, coloco la cámara a resguardo y tapo los oculares de mis viejos Minox que en otras peores se han visto. El reclamo de dos Escribanos Trigueros rompe el silencio de la tarde. Diviso a uno de ellos que canta, en lo alto de una encina, su repetitiva y chirriante cantinela. Aunque estoy demasiado cerca, no parece que mi presencia le incomode lo suficiente para dejar de cantar.

    En las vallas de alambre que delimitan las parcelas y encajonan el camino veo un bando de Verdecillos, el verde de los machos destaca sobre el fondo cada vez más gris y más difuminado por la lluvia. Y hay más movimiento: Gorriones Comunes, más Verdecillos y Pinzones rebuscan por el suelo húmedo y entre ellos atrae mi atención la nerviosa y diminuta presencia de un Mosquitero Común. En los árboles, todavía desnudos pero con las yemas ya a punto de brotar, Torcaces, Estorninos y Cornejas se acomodan previendo el chaparrón. 

    La lluvia arrecia. Se impone ir regresando a casa. Vuelvo sobre mis pasos repitiendo el mismo camino en sentido contrario. Giro hacia el Camino de Navalcarnero y ahora llueve mucho. Pero mucho, mucho. Las botas y la ropa impermeable parecen aguantar bien y continúo seco, pero el fuerte viento ha resucitado permitiendo a la lluvia sortear el ala del sombrero y golpearme con fuerza en la cara. Sigo avanzando a buen paso y veo, con tranquilidad (relativa), como chorrea el agua por los prismáticos. 

    Una corneja sobrevuela la loma casi a ras de suelo y mentalmente reescribo el refrán: cuando llueve del carajo el grajo también vuela bajo. Y en el punto por el que acaba de ocultarse la Corneja entreveo algo que parece la silueta de un pájaro grande posado en el suelo. Por allí he visto posado a un Ratonero más de una vez. Cuando estoy más cerca levanto los prismáticos empapándome las manos inmediatamente y entre el agua que ha entrado en los oculares y la densa lluvia no alcanzo a distinguir absolutamente nada. 

   Continúo caminando, voy secando como puedo los oculares y vuelvo a pararme a mirar al pajarraco. Parece estar agachado como si la lluvia le empujara hacia el suelo, es bastante grande y parecen atisbarse dos manchas blancas a los lados. Aunque apenas puedo verlo apostaría a que se trata de un Águila Imperial.

      Sigo camino adelante con más esperanzas de llegar pronto a casa que de poder acercarme mucho más al Águila que sigue a mi derecha en lo alto de la loma. Mi experiencia me dice que las águilas adultas no se dejan acercar demasiado. Pero cada vez estaba más cerca y el ave no parecía tener intención de marcharse. Llegué a preguntarme si realmente podría levantar el vuelo con la que estaba cayendo. Cuando llegué al punto más próximo al pájaro (siempre sin abandonar el camino)  me dije a mi mismo que si el Águila aguantaba la lluvia estoicamente yo no iba a ser menos y me senté en la cuneta a observarla. Ahora estaba bastante cerca y era evidente que me encontraba frente a un magnífico y empapado ejemplar adulto de Águila Imperial que, aunque me miraba de vez en cuando, no parecía prestarme especial atención. Permanecía tranquila posada sobre una piedra y sólo realizó un leve amago de lanzarse sobre una Urraca que empezaba a importunarla. Bastó el amago para que el córvido tomara distancia. 

    Dudé si sacar la cámara de fotos porque se iba empapar y por nada del mundo quisiera tener que volver a padecer la lentitud del Servicio Técnico Oficial de Nikon. Pero parecía que la lluvia se calmaba un poco y decidí arriesgarme. Las primeras fotos salieron muy mal, aunque el Águila no estaba demasiado lejos, la imagen salía difuminada por la lluvia y la escasa luz.





     Pero poco a poco la lluvia aflojaba y empezó a abrirse un claro a mi espalda que mejoró sensiblemente las condiciones de luz. Incluso un bonito arco iris empezó a dibujarse sobre la loma...aquí explico un poco como estaba la cosa. 




     Ahora sí, quizás, podría conseguir alguna foto medianamente digna. Disparaba una fotos y secaba el objetivo cuidadosamente para evitar que se mojara demasiado y esto es lo que salió….





   Cuando la lluvia paró del todo y mientras secaba de nuevo el objetivo intuí lo que iba a pasar. No pude ni llegar a encuadrar la imagen cuando el Águila levantó el vuelo sin esfuerzo, gracias al fuerte viento que ascendía por la ladera y se fue volando pausadamente. 



    Miré como se alejaba hacia el sur y, antes de levantarme con el culo lleno de barro, fotografié a una Cogujada Montesina casi tan empapada como yo.  




   Retomé el camino. Iba mojado pero contento con lo visto esa tarde y la llegada a casa todavía me depararía otra sorpresa. Mi vecino, el Mochuelo que vive en mi jardín desde hace más de un año, salió volando como tantas veces por debajo de un olivo. Pero esta vez no estaba solo, le acompañaba un compañero/a…a ver si, con un poco de suerte, este año tenemos mochuelitos.


   Hasta otra.




4 comentarios:

  1. Felicidades por tu excelente blog, el cual sigo desde hace unos meses, porque he visitado tu pueblo varias veces y me encanta la zona.

    Curiosamente, siempre que he ido a Quijorna, he visto imperiales adultas, no pajizos o dameros, y me he quedado con la duda de cuántas parejas se ven, y si tal vez Quijorna presenta solapamiento de territorios de varias parejas.

    Un abrazo y muchas gracias por el blog, las fotos y los excelentes textos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Julián, gracias por tu amable comentario.

      Es curioso lo que comentas sobre el solapamiento de territorios porque yo también me lo he preguntado alguna vez. Este invierno he visto en dos o tres ocasiones encuentros de dos parejas adultas que se han mostrado territoriales con vuelos ondulantes y emisión repetida de reclamos. Nunca he visto llegar a mayores las disputas y generalmente las parejas se van por donde han venido.

      Respecto a la presencia de pajizos y dameros que comentas es habitual en la zona. Precisamente en la próxima entrada incluiré las fotos en vuelo de una pajizo y un damero que llevan cerca de dos meses de presencia permanente por la zona. Generalmente los observo campeando juntos, resistiendo como pueden el acoso de las águilas adultas (que en pleno período reproductor no son muy tolerantes) e incluso el otro día les vi compartiendo un conejo. Es posible que el moverse en pareja aumente sus posibilidades de supervivencia.

      El año pasado un juvenil estuvo casi todo el invierno y parte de la primavera por la zona durmiendo durante semanas en la misma encina. Pero la vida de los ejemplares jóvenes no es fácil por aquí, en dos ocasiones he visto como las águilas adultas les arrebatan las presas de las garras sin miramiento.

      Un saludo y espero que vuelvas pronto por aquí, si te apetece y lo organizamos estaría encantado de acompañarte.

      Eliminar
  2. Gracias Eugenio.

    Muy interesante lo que comentas.
    Veo que conoces perfectamente la zona.
    La verdad es que debe ser una pasada vivir en un escenario así; con parejas de imperiales volando todos los días casi sobre tu casa.

    Las veces que he pateado tu zona, he seguido la Cañada Real hasta un arroyo tributario del Palomero.

    Tengo pendiente el arroyo de los Morales, que citas en muchas entradas del blog.
    Al parecer parte del curso de este arroyo atraviesa una finca privada, verdad?. Estuve mirando los accesos a la altura del puente de la carretera sobre el Morales, y ví que estaba todo vallado aguas abajo.

    Este invierno me quedé frustrado buscando zorzal real, pero al menos dimos con pinzón real, bimbo para varios del grupo, con varios minutos avistándole perfectamente.
    También me pregunto si has conseguido dar con Elanios últimamente por tu zona.

    De tu pueblo me gusta mucho la ubicación, el entorno adehesado, la tranquilidad, y las puestas de sol.
    Algunas de las veces que he ido en invierno me he sentido un poco como en la Guerra Civil, con tanto disparo de cazador, pero el resto me ha gustado mucho.

    Te animo a seguir con el blog, ya que es un gusto leerlo, y de hecho se lo he reenviado a varios compañeros de la SEO, por la calidad de tus entradas y lo específico y centrado que está en un área tan concreta.

    Te escribo al mail para ver si un día podemos pajarear por allí.

    Mil gracias!!.

    ResponderEliminar
  3. Hola Julián.

    Aunque soy de Madrid, vivo en Quijorna desde el año 1998 por lo que un poco he pateado y desde hace tres años vivo en medio del campo a 1 Km del casco urbano. Las águilas vuelan literalmente sobre mi casa y de hecho muchas de las fotos de águilas del blog están hechas desde casa. Para mirar pájaros es un lujo, para otras cosas...no tanto te lo aseguro.

    El recorrido desde el casco urbano por la Vía Pecuaria hasta los encinares es interesante para pasear pero ornitológicamente a mi me resulta pobre (demasiado campo abierto), te recomiendo un camino paralelo que discurre junto al Arroyo de Quijorna y termina en el mismo encinar. En el blog aparece como "Ruta Ornitológica Arroyo de Quijorna". Estoy preparando otra ruta desde el casco urbano hasta el Arroyo de los Morales que espero poder terminar algún día.

    El Arroyo de los Morales está a escasos 400 mts de mi casa por lo que es donde voy cuando no tengo mucho tiempo o muchas ganas de andar. Como dices sólo se puede recorrer hasta poco más allá de la carretera donde se adentra en la finca privada "La Cepilla". Este invierno he visto allí muchos zorzales: comunes, reales, charlos y alirrojos (ha sido un año excepcional, el año pasado no vi ningún real). Hay fotos en la entrada de Noviembre 2017.

    Me alegra que vierais los Pinzones Reales, este invierno también ha habido un número excepcionalmente alto de ellos. Sin embargo, otro pajarero que estuvo por aquí -me mando un mail con la lista de especies que avistó- se fue un poco decepcionado porque no consiguió ver ninguno (en esto del pajareo la suerte también juega). Respecto al Elanio cuando vine a vivir aquí era una especie común pero luego desaparecieron, volví a ver un ejemplar dos veces en la primavera del año pasado pero no he vuelto a ver ninguno (hay foto en la entrada de Junio 2017).

    Si vienes a Quijorna en invierno, en temporada de caza, evita venir en domingo. Los sábados no suelen cazar con escopeta y la actividad cinegética queda restringida a la caza de liebre con galgo (al menos así ha sido en los últimos años). Te aseguro que se pasea mucho más tranquilo.

    Te reitero la invitación a venir por aquí cualquier fin de semana.

    Un saludo.

    ResponderEliminar